Esta sección nace con la idea de llamar la atención a entrenadores noveles acerca de pequeños detalles que podemos aportar en nuestras tareas. Especialmente, nos centraremos en el aspecto físico de las mismas con objeto de optimizarlas. Sirva también este primer párrafo, para advertir que intentaremos aportar lenguaje y conceptos sencillos intentando evitar la complejidad de las Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. En definitiva, conceptos y aplicaciones claros al servicio del entrenador.

Pero antes, me gustaría desarrollar una gran idea general para ampliar el marco de la cuestión, ese gran cajón de sastre denominado Entrenamiento Deportivo. La mayoría de las veces interpretamos la realidad y nos relacionamos con ella en base a los conocimientos adquiridos y nuestras experiencias. Unas veces basadas en ciencia, otras en creencias basadas en la experiencia propia o de otros, y la mayoría en la combinación de ambas.
Dos o más entrenadores pueden plantear una misma tarea partiendo de las diferentes bases a las referidas en el párrafo anterior. Pongamos un ejemplo para dar luz a esta idea. El entrenador A antes de empezar a lanzar a canasta tras salto, ha focalizado en tareas donde la flexión de rodilla y cadera estuvieran presentes mientras que el entrenador B focaliza en la extensión completa de codo por encima de la cabeza finalizando con dejar suelta la muñeca apuntando con dedo indice y corazón a canasta. El entrenador C ha realizado una combinación de todos estos elementos realizando una aproximación a la tarea mediante una concienzuda progresión metodológica y el entrenador D simplemente plantea directamente el ejercicio dando indicaciones de todos los aspectos biomecánicos anteriormente mientras aporta feedback de la misma al desarrollarse.

Con esto pretendemos mostrar la existencia de una gran cantidad de elementos que condicionan el diseño y el planteamiento de la tarea basados en conocimientos: técnicos, pedagógicos, metodológicos, etc., que suelen aparecer en cursos de formación, pero también solemos utilizar otros criterios más propios de la experiencia que poseemos en el entrenamiento de grupos. No son pocas las veces que estos criterios, nos los planteamos a modo de preguntas:
¿tengo un grupo lo suficientemente homogéneo como para plantear esta tarea en base a la complejidad que posee?
¿el tiempo de compromiso motor (tiempo que un jugador realiza actividad) es lo suficientemente elevado cómo para obtener un aprendizaje?
¿estamos en la etapa más adecuada para desarrollarlo?