La velocidad técnico-táctica: variable clave en el entrenamiento en el baloncesto.
Este artículo es una versión renovada de un artículo similar que escribí para la
revista de la Asociación Catalana de Entrenadores de Baloncesto (ACEB) que fue
publicado en diciembre del 2021. Este artículo nace de una charla ofrecida en el Clínic
de Sitges que organizó la ACEB el 27 de julio del 2019. Si alguien está interesado en la
versión anterior, que no dude en contactar con la AAEEB para el envío de la versión
original.
Durante el texto me iré refiriendo a entrenadores y entrenadoras indistintamente,
igual que jugadores o jugadoras, pero, lógicamente, será extensible en todo momento y
en todas las reflexiones, tanto al femenino como al masculino. Las ideas que propongo
no tienen ningún tipo de distinción por razones de género.
Hace un tiempo que llevaba reflexionando sobre la cuestión de la dosificación
del entrenamiento. Me formulaba las siguientes cuestiones: ¿cuál es la dosis idónea de
un entrenamiento?; ¿cuál es la dosis idónea de un ejercicio en concreto?; ¿cuándo
deberíamos parar un ejercicio en concreto?; ¿cuándo deberíamos concluir los
entrenamientos?; y más preguntas acerca de lo que podríamos hablar de evaluación,
control o cuantificación del entrenamiento. Mis reflexiones van a ir en esta dirección.


Tener un diagnóstico, un tratamiento y una dosificación
Cuando vas a un centro médico y la doctora o el doctor te diagnostican que
tienes la gripe (no lo tomen como un caso real, es un supuesto) te receta algo tipo:
descanso, mucho líquido y un paracetamol cada 8 horas durante una semana. El
paciente sale de la consulta y sabe exactamente el problema que tiene, el producto que
ha de comprar en la farmacia, la dosis concreta que ha de tomar y el tiempo del
tratamiento.
En cambio, en ocasiones, en baloncesto, las entrenadoras y los entrenadores (que
seríamos el personal sanitario en la cancha) no tenemos muy claro ni el diagnóstico del
paciente (puntos fuertes y aspectos de mejora de nuestros equipos y de cada una de
nuestras jugadoras), ni su tratamiento idóneo; es decir, ni el producto (las tareas a
utilizar para mejorar el aspecto del juego que necesitamos), ni la dosis idónea (el
número de ejercicios y el número de repeticiones que tenemos que realizar, ni el tiempo
de duración del tratamiento.
Y es una cuestión que, desde mi punto de vista, es de enorme interés. Tal y
como el personal sanitario es experto en diagnosticar enfermedades y proponertratamientos, las entrenadoras y los entrenadores deberíamos hacer lo mismo en nuestro
contexto. Es decir, ser expertas y expertos en, en primer lugar, diagnosticar a nuestros
equipos y a cada una de nuestras jugadoras y jugadores. Y, en segundo lugar, proponer
las tareas de entrenamiento adecuadas para potenciar los puntos fuertes y trabajar los
aspectos de mejora tanto para el equipo como para cada una de las jugadoras.
Voy a intentar poner algo de luz, de la manera más sencilla posible, a esta
cuestión, con el objetivo de ayudar a las entrenadoras y entrenadores jóvenes que tienen
las mismas dudas que yo tuve en su momento y que, por supuesto, sigo teniendo en no
pocas ocasiones.


Hablar de dosificación es hablar de carga de entrenamiento
La teoría del entrenamiento deportivo (Bompa, 2016; Platonov, 2006;
Verkhoshansky, 2001) habla de un concepto clave que es el de carga de
entrenamiento. Este concepto podría interpretarse como el conjunto de estímulos que
el deportista recibe en un entrenamiento alterando su estado inicial, con el objetivo de
generar adaptaciones y, en consecuencia, mejorar su nivel de rendimiento inicial.
La carga de un entrenamiento se obtiene multiplicando el volumen de dicho
entrenamiento por la intensidad del mismo, que es lo mismo que, multiplicar la
cantidad (volumen) de entrenamiento por la calidad (intensidad) del mismo.
El volumen puede ser cuantificado de diferentes maneras: a) en tiempo (minutos,
horas); b) en número de repeticiones realizadas (1000 lanzamientos a canasta, 300
saltos); y, c) el kilometraje realizado en un entrenamiento o partido. El volumen, es una
medida importante, sin duda, pero sin su compañera de viaje (la intensidad), es una
variable un poco bruta, imprecisa y, sin lugar a dudas, insuficiente.
Si tenemos el valor del volumen realizado y lo multiplicamos por la intensidad o
la calidad a la que se ejecuta cada una de las repeticiones, tendremos una aproximación
más precisa del estímulo del entrenamiento; ya que, a la información referente a la
cantidad de trabajo realizado (cuánto hemos trabajado), incorporaremos la
información de la calidad del trabajo realizado (cómo lo hemos realizado).
En el baloncesto, el volumen o cantidad no es difícil de medir. Tal y como
acabo de explicar, lo podemos medir en tiempo de sesión, tiempo del ejercicio, número
total de lanzamientos, número total de saltos, entre otras posibilidades. En cambio, la
intensidad o la calidad, que desde mi punto de vista es la clave del entrenamiento
contemporáneo, no es tan sencillo.Una de las variables con la que podemos medir la intensidad de las tareas es la
velocidad de ejecución con las que cada jugadora ejecuta dicha tarea. En este
documento trataré de aportar cómo la velocidad de ejecución puede ser una variable a
tener en cuenta para tener controlada la calidad (intensidad) de nuestros entrenamientos.


La dosificación desde la perspectiva de entrenadoras y entrenadores
En la actualidad, para cuantificar la carga de entrenamiento, hay ciertos
instrumentos como pueden ser los GPS, los acelerómetros, los pulsómetros, entre otros,
que dan información sobre la carga de entrenamiento y su posible efecto del
entrenamiento sobre los y las deportistas. Esta información casi siempre es para
especialistas de la preparación física o personal muy vinculado a la dimensión
condicional o biológica del jugador (Serna, 2014).
Sin embargo, en este artículo me interesa la visión de las entrenadoras y
entrenadores, y más concretamente, de aquellas y aquellos que no disponen de recursos
para cuantificar el entrenamiento, ni profesionales de la condición física que le puedan
asesorar. Estos entrenadores necesitan tener criterios para determinar cuándo la tarea
propuesta debe finalizar porque ya ha tenido el efecto deseado.
Conocer la dosificación idónea significa conocer cuándo tengo que cambiar de
tarea, cuándo tengo que otorgar un descanso para recuperarse del esfuerzo, o cuándo
tengo que parar de entrenar. Son dudas habituales que tenemos los entrenadores porque
nos preocupa el efecto de la carga de los entrenamientos en nuestros deportistas.
Básicamente, necesitamos saber si estamos mejorando, nos estamos
manteniendo o lamentablemente, estamos empeorando. Es interesante prestar atención a
una buena dosificación que permita avanzar tanto en la mejora individual como en la
colectiva durante la temporada y durante el transcurso de la carrera deportiva de las
jugadoras y los jugadores.


El volumen el alto rendimiento deportivo siempre va a tener que ser importante
Hay una cuestión que es importante aclarar en relación al volumen de
entrenamiento y que no podemos olvidar. En el mundo del rendimiento deportivo de
cualquier tipo de disciplina deportiva, para alcanzar la excelencia, se requiere de una
cantidad importante de horas de entrenamiento.
En el baloncesto, la cantidad de horas destinadas al dominio del balón, a la
mejora del tiro, a la calidad técnica y táctica del pase, a la memorización de los
diferentes sistemas de juego, entre otras cuestiones; todo ello requiere de mucho tiempo
de trabajo, es decir, requiere de un volumen importante (número de repeticioneselevado). Es evidente que entrenar 90’ tres veces a la semana es un volumen de
entrenamiento insuficiente para el alto rendimiento.
Por tanto, para alcanzar el máximo nivel, tendremos que ser capaces de
mantener la máxima concentración para poder aplicar la máxima calidad de ejecución
posible durante muchas horas. Para lograr la maestría deportiva se deberá perseguir la
idílica e imposible perfección, y no habrá otra manera de conseguirla que repitiendo las
acciones un número muy elevado de veces.
Y una vez que alcancemos la imposible perfección, ser capaces de repetirla el
mayor número de veces posibles, o al menos, las veces que demanda la competición.


Hablar de calidad es hablar de velocidad
Uno de los mayores expertos del entrenamiento deportivo de las últimas
décadas, el Dr. González Badillo, escribió en el 2017 un libro titulado: “La velocidad de
ejecución como referencia para la programación, control y evaluación del entrenamiento
de fuerza”.
Tras una reflexión profunda llegué a la conclusión que la velocidad de
ejecución también podría ser una variable clave para medir la calidad del
entrenamiento en el baloncesto.
Es por ese motivo que baso la dosificación del trabajo en función de la calidad
con la que los jugadores son capaces de ejecutar las tareas que propongo. Y, además, en
función de la capacidad que tienen de repetirla. Por tanto, hablamos de dos cosas: a)
perfeccionar la acción lo máximo posible; y b) repetirla tantas veces como sea necesario
sin perder calidad.
En consecuencia, si hablar de calidad es hablar de velocidad, hablaremos de
optimizar la velocidad de ejecución de cada una de nuestras acciones (sean individuales
o colectivas) y, en segundo lugar, repetir dicha velocidad tantas veces como sea
necesario sin perder velocidad, o perdiendo la mínima posible.


La velocidad en función de la orientación de las tareas
Yo distingo, a grandes rasgos, dos tipos de orientación de las tareas: a) Tareas orientadas hacia la mejora de la jugadora; y b) Tareas orientadas a la mejora del equipo.
a) Tareas orientadas a la mejora de jugadora
En las tareas orientadas hacia la mejora de la jugadora se presta atención en la
optimización de la persona. En este grupo de tareas distinguiremos las tareas de carácterrelacional, emocional, físico-condicional, decisional y las de carácter más biomecánico
o técnico.
En estas últimas, se focalizará la atención en la calidad de ejecución técnica de la
jugadora o jugador. Prestaremos atención a la eficiencia de los movimientos y en la
velocidad de ejecución en sus acciones técnicas. Eficiencia y velocidad de ejecución
serán la consecuencia de una aplicación óptima de su fuerza aplicada.
En este contexto hablar de gestión óptima de fuerza no es más que hablar de
eficiencia técnica. Técnica, fuerza aplicada y calidad de movimiento pueden ser
interpretados como sinónimos. En este tipo de entrenamientos deberemos cada vez ser
más eficientes en el movimiento y, en muchos casos, ser capaces de reducir el tiempo de
ejecución, es decir, tirar más rápido manteniendo el nivel de precisión, aumentar la
velocidad en un gesto técnico para sacar una ventaja sobre un adversario, aumentar la
velocidad en el spot-up, realizar un step back o alcanzar una altura de vuelo importante
en una bandeja. Serán ejemplos del entrenamiento de la velocidad técnico-táctica desde
una perspectiva individual.
Obviamente, la velocidad de las acciones individuales está bajo el contexto del “timing”
del equipo. Hablar del tiempo del equipo no es más que hablar de la velocidad del
equipo. Por tanto, la velocidad individual estará al servicio de la velocidad del equipo.
b) Tareas orientadas a la mejora del equipo
En las tareas orientadas hacia la mejora de los equipos se presta atención en la
optimización de la interacción de los jugadores y las jugadoras. En este apartado,
hablar de máxima calidad significa sincronizar en el mismo espacio y en el mismo
tiempo la intervención de los jugadores dentro de una organización colectiva.
Lógicamente, en los entrenamientos trataremos de ir aumentando progresando la
velocidad colectiva sin perder sincronización y precisión.
¿Dónde enfoco mis ojos?
Hagamos lo que hagamos, mejorando jugadores o mejorando el equipo, siempre
pongo MI LUPA en mantener la máxima exigencia en mejorar la calidad de ejecución.
Desde nuestra perspectiva, hablar de calidad será hablar de velocidad. Tendré
que definir concretamente cuál es la velocidad de ejecución con la que, bien el jugador
o bien el equipo, quiero que realice el trabajo programado.
Para que tenga sentido lo que voy a explicar, es muy importante concretar la
velocidad de la ejecución teóricamente perfecta. Eso significa conocer el nivel decalidad (velocidad) con la que queremos que el jugador o el equipo ejecute la tarea
propuesta por el entrenador.
Y a partir de esa “repetición perfecta”, necesitaré saber cuánta es la pérdida de
velocidad que estaré dispuesto a asumir durante el entrenamiento.
Es evidente que estamos hablando de un valor de velocidad subjetivo. No
tenemos un radar que nos muestra la velocidad exacta en Km/h o m/s. Estamos
hablando de evaluar la velocidad de ejecución mediante nuestra observación sobre la
ejecución técnica de nuestra jugadora, y el conocimiento que nosotros tenemos de cómo
debería ejecutarse dicha acción o la tarea propuesta.


Definir cuál es la velocidad óptima
En baloncesto, como en otros deportes de características similares (fútbol,
balonmano, entre otros), al hablar de “máxima velocidad” siempre hablaremos de
“velocidad óptima”. Se podría definir como la velocidad que permite resolver de la
manera más eficiente posible los problemas que acontecen en el juego.
En los deportes colectivos hablar de velocidad no es hablar de la velocidad
asociada a los 100 metros lisos, entre otras cosas, porque las limitaciones reglamentarias
de la pista lo impiden. Además, las exigencias del baloncesto no son las exigencias del
atletismo, ni mucho menos.
Hablar de velocidad es hablar de la relación del jugador con el tiempo y con
el espacio, dos aspectos claves en el baloncesto. Pero no solo eso, ya que, desde el
punto de vista de la ciencia de la acción motriz (Parlebas, 2001), el jugador de
baloncesto tiene que gestionar cinco tipos de relaciones: a) La relación con el balón
(móvil); b) la relación con el espacio; c) la relación con el tiempo; d) la relación con los
compañeros; y, e) la relación con los adversarios.
En la mayoría de las ocasiones la velocidad en la toma de decisiones del juego no
viene marcada únicamente por el jugador que ejecuta la decisión sino por el rival o
rivales, los compañeros, es decir, por el contexto.
La única situación de juego en que esto no es así es en el tiro libre, donde el
lanzador, siempre y cuando respete el reglamento, marca sus tiempos, es decir, decide
su velocidad.
En el baloncesto, en algunas ocasiones hay que acelerar, en otras frenar, en otras
cambiar de dirección, y en otras temporizar o parar el juego. En cualquier caso, hablar
de velocidad en baloncesto, es hablar de gestionar de una manera inteligente lavelocidad. En algunas ocasiones es una alta velocidad, para salir al contraataque, para
defender un 1×1, para defender una línea de pase, para hacer una bandeja, para recibir
un balón y tirar. Y en otras ocasiones es reduciendo la velocidad.


La pausa, la velocidad 0
Al hablar de la gestión inteligente de la velocidad tenemos que hablar de la
pausa. La pausa o velocidad “0 “es una velocidad fundamental en el juego.
Cuando enseñamos a acelerar también debemos de enseñar a frenar, desde
todas las perspectivas: física, técnica, y, por supuesto, decisional. El jugador debe
aprender con qué objetivo frena, cuándo tiene que frenar y cómo (con qué técnica) lo
hace.
En ocasiones, cuando quieres aumentar la velocidad en los entrenamientos, la
gente se confunde y entonces ejecutan mal las técnicas, toma malas decisiones, comete
errores de imprecisión y precipitación. Entonces, es muy importante entender lo
siguiente: ejecutar a alta velocidad no es lo mismo que ejecutar “de prisa”. El concepto
“ir de prisa” va asociado a algo que debe ser realizado con urgencia, incluso con
precipitación. Nada que ver con la propuesta que se sugiere aquí.
Cuando el juego está alborotado, excesivamente descontrolado, el entrenador
pide pausa, es decir, pide bajar la velocidad para mejorar el control. Para mandar un
sistema de juego, en ocasiones, frenamos la velocidad momentáneamente para ordenar
al equipo y después iniciamos la situación de juego correspondiente. O, incluso, en
momentos finales de cuarto o de partido, bajamos la velocidad para que solo quede un
lanzamiento y sea nuestro.
Por tanto, el entrenamiento desde la óptica de la velocidad en ningún caso es ir
siempre a la máxima velocidad, sino que hablamos de una gestión inteligente de la
velocidad para sacar rendimiento desde un punto de vista individual o desde un punto
de vista colectivo.


¿Cuándo deberíamos parar los ejercicios de entrenamiento y por qué motivos?
Desde hace un tiempo, mi respuesta es clara a esta cuestión: yo paro los
ejercicios o para los entrenamientos cuando, por la razón que sea, hay una pérdida
de calidad excesiva.
Definir pérdida de calidad excesiva no es más que perder velocidad de ejecuciónY tendré que contestarme a la siguiente pregunta: ¿Cuánta es la pérdida de calidad
(pérdida de velocidad) que estamos dispuestos a asumir en un entrenamiento?
Siempre contesto lo mismo a esta pregunta, independientemente del tipo de tarea: en
líneas generales, la mínima posible.
Es cierto que, en ocasiones, asumimos una pérdida de velocidad mayor por
algún motivo en concreto. Pero, sin querer, en muchos casos, nuestros entrenamientos
pierden una velocidad excesiva, es decir, pierden una excesiva calidad, y eso no lo
recomendaría, prácticamente en ningún caso.
En general, no deberíamos de repetir excesivamente acciones de baja calidad
o de baja velocidad o de baja producción de fuerza aplicada, que es lo mismo. No
deberíamos repetir acciones de baja calidad o de una velocidad o fuerza aplicada por
debajo de nuestro nivel mínimo, porque todo lo que hacemos en una pista de baloncesto
tiene una memoria motriz.
Si al entrenar para la mejora de la jugadora entrenamos lento sistemáticamente,
nuestros movimientos se acabarán enlenteciendo, nuestro sistema nervioso central se
enlentecerá y nuestros procesos de toma de decisiones también. Si al entrenar para la
mejora del equipo entrenamos lento y repetimos demasiadas veces la lentitud, nos
convertiremos en un equipo lento. En ambos casos, desde mi punto de vista, es una
mala idea, tanto para el equipo como para cada una de las jugadoras y jugadores. En
2022, es ir en contra de las demandas del juego y hacia su propia evolución.
Mi consejo es que no podemos permitirnos el lujo de realizar una mala
repetición, una mala ejecución. En algunas ocasiones, bajamos la velocidad para poner
el foco en un aspecto en concreto. Eso, sin duda, es bueno. Pero, estoy seguro que me
entendéis de lo que estoy hablando. Estoy hablando cuando la calidad del trabajo no es
la que el entrenador o entrenadora desea porque sabe que esa velocidad es menor a la
que exige la competición. Y, por tanto, si entrenamos a una velocidad inferior de lo que
exige la competición, estamos fuera del nivel mínimo competitivo.
Ejemplo: imaginemos que diseñamos una tarea de 3×3 continuo a toda la pista en el que
los objetivos pueden estar vinculados a: mejorar el balance defensivo, presionar al
jugador con balón y acosar las líneas de recepción. En mi despacho programo un
tiempo determinado: 5’.Esos 5’, ese tiempo (volumen) dependerá de la calidad con la que hagan los
detalles que tú quieres. Dependerá de la producción de calidad que tus jugadores son
capaces de realizar en una situación en la que cada vez hay más fatiga.
Imagina que en el minuto 3 ya no llegan a defender, no presionan y no están respetando
las pautas de tu modelo de juego colectivo, quiere decir que están perdiendo una calidad
excesiva.
En este momento tienes que decidir: a) si sigues perdiendo calidad y continúas
hasta el minuto 5; b) dar una pausa (micropausa) para respirar y continuar para ver si
son capaces de repetir la calidad inicial; c) cambiar de ejercicio y descansar entre
ejercicios (macropausa); o, d) cancelar el entrenamiento porque ya no pueden trabajar a
la intensidad (calidad) exigida, ya has cumplido los objetivos de la sesión y haces un
trabajo de recuperación.
En ocasiones, en el despacho de casa programas 5 y son capaces de alargarlo
hasta 8’ y no te interfiere en el trabajo posterior (si es que lo hay). Y, en ocasiones, hay
que parar la tarea en el minuto 3. O, incluso, esa tarea que habías programado
inicialmente, ves que ese día en concreto, por lo que has observado en las tareas
anteriores no van a ser capaces de realizarlas bien y lo que haces es cambiar de tarea.
Hay entender una idea: siempre el tiempo está al servicio de la calidad. Lo
que manda en este ejercicio no es hacerlo 5’ sino hacerlo bien el tiempo que las
jugadoras o jugadores puedan. Si solo pueden hacerlo perfecto 3’ es mejor hacer 3’
buenos y parar que no alargarlo a 5’ y haber cometido errores importantes.
La programación del entrenamiento será una guía en el camino, pero la
interpretación del profesional será clave para optimizar a las jugadoras y los jugadores.
Recordad que las tareas son los tratamientos para la optimización de las
deportistas. Si observamos que no van a ser capaces de tolerarlas o ejecutarlas
correctamente, vale más la pena trabajar otros contenidos.
Subir de categoría significa aumentar la velocidad
A medida que los jugadores van progresando en su nivel, el tiempo de decisión y de
ejecución se reduce. Prácticamente hay una relación directa entre categoría y velocidad:
a mayor categoría, mayor exigencia de velocidad; o lo que es lo mismo, a mayor
categoría menor tiempo para tomar decisiones.
Pongamos un ejemplo relacionado con el tiro a canasta en un lanzamiento sin
oposición a pies parados (spot-up). Mientras que en 1ª Nacional desde que recibes elbalón hasta que el balón sale de las manos del tirador puedes tener 1.5” para tirar, en
Liga EBA tienes 1” y en LEB Plata 0.5”.
A mayor nivel, el tiempo para lanzar se reduce por diferentes motivos, algunos de
los cuales son: a) la velocidad de los jugadores; b) el tamaño y la envergadura de los
jugadores para puntear el tiro; c) la eficiente organización colectiva de los equipos
rivales.
Por tanto, como hay menos tiempo para lanzar hay que aumentar la velocidad y eso
supone, al principio, una pérdida de rendimiento. Es decir, suelen bajar los porcentajes
de lanzamiento. Suele ser una fase de adaptación hasta que la jugadora se adapta a la
nueva velocidad de juego.
La velocidad puede ir evolucionando con los años. Hay jugadoras y jugadores que,
gracias a su experiencia, mejoran su velocidad cognitiva (lectura y toma de decisión) ya
que mejoran su anticipación. La anticipación es una variable clave de la relación con
el tiempo que ha de gestionar el jugador de baloncesto. Estas jugadoras expertas
tienen tanta experiencia que saben lo que va a suceder antes de que suceda, por tanto, ya
están preparadas.
Incluso hay personas que manifiestan poca velocidad individual, o la han ido
perdiendo con una edad elevada, pero son capaces de hacer jugar rápido al equipo. Eso
es increíblemente positivo, porque lo que realmente importa en baloncesto es que el
equipo juegue rápido más que los jugadores sean rápidos individualmente. De hecho,
hay jugadores muy rápidos individualmente pero que hacen jugar lento al equipo.
Hay otras personas que mejoran su velocidad de ejecución gracias a su
entrenamiento técnico, su entrenamiento de fuerza y su adaptación a niveles más
exigentes. Ese sería el proceso natural, mejorar la velocidad individual gracias a
entrenamiento sistemático y la exigencia competitiva.
Pero, al hablar de esa reducción del tiempo de tiro por categorías, no solo exige
aumentar la velocidad individual del tiro, sino que exige aumentar la velocidad
colectiva en la ocupación de los espacios, la velocidad de los pases para pasar al tirador,
etc. Al subir de categorías no solo hablamos de la velocidad en la ejecución pura del tiro
desde una perspectiva individual, sino de todos los detalles colectivos que permitirán
ese lanzamiento.En conclusión, en estas líneas he tratado de expresar mi punto de vista de cómo los
entrenadores podemos controlar la carga de los entrenamientos a partir de la calidad de
ejecución que exigimos a nuestros jugadores en cada una de las tareas que proponemos.
Para ello tendremos que conocer en profundidad tres elementos: a) conocer a nuestros
deportistas, saber cuál es su nivel actual y cuánto podemos exigirles; b) debemos tener
claro cómo queremos que el equipo juegue y a qué velocidad queremos que juegue (será
una guía en el camino de la construcción del equipo); y, c) necesitamos tener claro cuál
es la velocidad óptima en la resolución de las tareas que presentamos en los
entrenamientos y cuál es la pérdida de velocidad o calidad que estamos dispuestos a
asumir en nuestros entrenamientos.


BIBLIOGRAFÍA
Bompa, T. O. (2016). Periodización. Teoría y metodología del entrenamiento. Editorial
Hispano Europea.
Parlebas, P. Juegos, deporte y sociedad. Editorial Paidotribo.
Platonov, V. N. (2002). Teoría general del entrenamiento deportivo olímpico. Editorial
Paidotribo.
Serna, J. (2014). Inteligencia motriz e inteligencia emocional en el baloncesto. 2014.
Tesis Doctoral. Universitat de Lleida.
Verkhoshansky, Y. (2001). Teoría y metodología del entrenamiento deportivo. Editorial
Paidotribo.

Categorías: Artículos